TEORÍA DEL CONOCIMIENTO NIETZSCHE
En general, la filosofía ha creído que los conceptos pueden reflejar
correctamente la realidad y que las relaciones entre los conceptos son capaces
de representar las relaciones entre las cosas. Para ello aspiró a la definición
precisa de cada término, al rigor en el uso de las palabras y a su aplicación unívoca y no metafórica. Consideraba
que entender una realidad es subsumirla en un concepto, disponer de
un concepto para comprenderla. La tradición filosófica pudo defender
este punto de vista al afirmar la existencia de dos formas de ser: la esencia o
propiedades básicas, y los rasgos accidentales que dan lugar a las diferencias
entre individuos. Pero, ¿qué ocurriría si no existiesen las esencias ni nada
absolutamente idéntico entre dos objetos, y si ni siquiera un objeto fuera
idéntico a sí mismo puesto que cambia, aunque tal vez imperciblemente, a lo
largo del tiempo? Esta es precisamente la tesis de Nietzsche: en el mundo no existen esencias, no
existe un rasgo (o varios rasgos) que se encuentre en todos y cada uno de los
de los individuos; ni siquiera existen los objetos, pues la identidad que
nosotros les atribuimos, su ser los mismos con el paso del tiempo es una
consecuencia de nuestro modo substancialista de representarnos la realidad.
Dada esta creencia, claramente heracliteana, no es extraña su afirmación de
que el pensamiento conceptual
no es un buen recurso para expresar la realidad. La misma palabra no puede
servir para referirnos adecuadamente a dos cosas distintas, pues si cubre bien la realidad de una de ellas no puede
cubrir también la de la segunda, ya que la primera es inevitablemente distinta
de la segunda (pues no existen las esencias o realidades universales presentes
en varios objetos). La idea nietzscheana de la realidad induce a pensar que no
podemos utilizar las palabras de un modo unívoco; lo más que concede es el uso
análogo o metafórico del lenguaje: la
metáfora es mejor modo de captar la realidad que el concepto preciso pues la metáfora implica desigualdad entre los objetos, no
presenta significados sino que los sugiere y nos permite la posibilidad
de completar el significado a partir de nuestra propia experiencia del mundo.
En definitiva, para Nietzsche, el arte es un medio más adecuado de
expresar el mundo que la filosofía.
Nietzsche critica a martillazos y contra el tiempo que la ha tocado vivir. Contra la lógica, y la ciencia:
Objetividad
de la lógica: Nietzsche afirma el carácter
irracional del mundo: la lógica, la razón son invenciones humanas, las
cosas no se someten a regularidad alguna, el
mundo es la totalidad de realidades cambiantes, esencialmente distintas unas a
otras, y acogen en su interior la contradicción. La metafísica tradicional
pudo defender su punto de vista porque creyó en la existencia de un mundo
verdadero. Si negamos la existencia de dicho mundo, como propone Nietzsche,
parece inevitable declarar la irracionalidad de lo existente.
Objetividad del conocimiento: La filosofía tradicional creyó posible utilizar la
razón desprendida de cualquier elemento subjetivo que pudiera afectar a su
imparcialidad, creyó en el conocimiento objetivo del mundo, válido para todos. Nietzsche considera que esta confianza en las
posibilidades de la razón descansa en una creencia más básica, la creencia en
algún tipo de realidad absoluta (el Mundo de las Ideas de Platón o el Dios
cristiano); sin embargo si esta realidad absoluta es una construcción de la
fantasía humana, dicha confianza carece de sentido. Aún podemos hablar de
conocimiento, concluye Nietzsche, pero aceptando su carácter relativo,
subjetivo; todo el
conocimiento humano es mera interpretación del mundo, depende de la perspectiva
vital en la que se encuentra el individuo que lo crea. Frente a Platón,
Aristóteles, Santo Tomás, Descartes y gran parte de lo mejor de la tradición
filosóficas, defiende una
tesis radicalmente contraria al objetivismo y conecta con otra línea filosófica
históricamente más desacreditada: el
relativismo, escepticismo
y subjetivismo. Nietzsche defiende el perspectivismo,
para el que todo conocimiento se alcanza desde un punto de vista, del que es
imposible prescindir: las características del sujeto que
conoce (psicológicas, sociales, físicas, la peculiaridad personal,
la misma biografía) hacen imposible superar la propia perspectiva; no
podemos desprendernos de nuestra subjetividad cuando intentamos conocer la realidad.
Junto con ello, Nietzsche critica las siguientes creencias básicas relacionadas
con la práctica científica:
La existencia de leyes naturales. Las
leyes que el científico cree descubrir son invenciones humanas; no existen regularidades en el mundo, no hay leyes
de la Naturaleza. Si por leyes naturales entendemos supuestos comportamientos
regulares de las cosas, Nietzsche rechazará la existencia de dichos
comportamientos regulares y necesarios, al considerar que las relaciones entre las cosas no
son necesarias, son así pero podrían perfectamente ser de otro modo. Las
cosas se comportarían siguiendo leyes o necesariamente si hubiese un ser que
les obligase a ello (Dios) pero Dios no existe; las leyes y la supuesta
necesidad de las cosas son invenciones de los científicos.
La validez del ejercicio de la razón. La
razón no se puede justificar a sí misma: ¿por qué creer en ella?; la razón
es una dimensión de la vida humana, aparece de forma tardía en el mundo y muy
probablemente, dice Nietzsche, desaparecerá del Universo; y nada habrá cambiado
con dicha desaparición. Junto con la razón, en el hombre encontramos otras
dimensiones básicas (la imaginación, la capacidad de apreciación estética, los
sentimientos, el instinto,...) y todas ellas pueden mover nuestro juicio, todas ellas son capaces de motivar nuestras
creencias. La razón no es ni mejor que otros medios para alcanzar un conocimiento
de la realidad (en todo caso es peor puesto que el mundo no es racional). La ciencia se equivoca al destacar
exageradamente la importancia de la razón como instrumento para comprender la
realidad.
Legitimidad de las matemáticas: para la ciencia actual la matemática puede
expresar con precisión el comportamiento de las cosas, para Nietzsche, sin
embargo, esta forma de entender el mundo es aún más errónea que otras formas de
cientificidad: las matemáticas puras no describen nada real, son invenciones humanas; en el
mundo no existe ninguna de las perfectas figuras a las que se refiere la
geometría, ni números, ni siquiera unidades. Cuando decimos que algo es una cosa, lo que hacemos es simplificar la
realidad que se nos ofrece a los sentidos, someterla a un concepto, esconder su
pluralidad y variación constante. Las
matemáticas prescinden de la dimensión cualitativa del mundo, de su riqueza y pluralidad.
Para Nietzsche el origen de la ciencia está en su utilidad, pues permite un
mayor dominio y previsión de la realidad, (pero la eficacia no es
necesariamente un signo de verdad), y en que es
consecuencia de un sentimiento decadente, pues sirve para ocultar un
aspecto de la naturaleza que sólo los espíritus fuertes consiguen aceptar: el
caos originario del mundo, la dimensión dionisíaca de la existencia; la ciencia
nos instala cómodamente en un mundo previsible, ordenado, racional.
EL PERSPECTIVISMO, UNA NUEVA FORMA DE ENTENDER
EL CONOCIMIENTO
Varias décadas antes que Ortega y Gasset, Nietzsche defiende el perspectivismo:
toda representación del mundo es representación que se hace un sujeto; la idea
de que podemos prescindir de la situación vital del sujeto, de sus rasgos
físicos, psicológicos, históricos o biográficos, para alcanzar un conocimiento
del mundo tal y como éste pueda ser (la idea de la posibilidad de un conocimiento
objetivo) es un absurdo. Nietzsche considera imposible el conocimiento de la
realidad en sí misma, pues toda afirmación y creencia, toda teoría del mundo,
depende del punto de vista de la persona que la ha creado. Más aún, todo ser dotado de algún grado de
conocimiento, de alguna capacidad para representarse el mundo, es tan buen testigo del mundo como
nosotros, los seres humanos. Nuestro punto de vista no es mejor para una
correcta descripción de la realidad que el de otras especies animales. No existe ningún dato o
experiencia, no contaminado por un punto de vista, por una interpretación; no es posible un “criterio de
verdad” (ni el famoso
criterio cartesiano de la claridad y la distinción), no existen los datos puros a partir
de los cuales podamos construir un saber objetivo. No podemos encontrar datos o
verdades primeras ni en nuestro conocimiento del mundo exterior o físico ni en
el mundo interior. Nietzsche es tan radicalmente contrario a la posibilidad
de encontrar una verdad absoluta que ni siquiera cree posible lo que podría
parecer la verdad más verdadera, el cogito cartesiano: tampoco el mundo de la
mente se nos muestra en su pureza, nuestro conocimiento de la mente propia está
tan influido por prejuicios como lo está el conocimiento del mundo
exterior. El perspectivismo
nietzscheano parece ser una forma de relativismo y subjetivismo.
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