Líneas de deseo

Los enunciados de las teorías más grandes del pensamiento resultan fáciles de simplificar pues tienen la sencillez de la relación directa entre dos términos o el mérito de recoger un principio de la naturaleza pero sin embargo su total comprensión resulta ser siempre retardada, incluso indefinida, son señales que no dejan de emitir luz durante siglos entre las brumas de los sueños y las pausas de los navegantes del pensamiento. Se diría por ejemplo que decir con naturalidad que todos provenimos del mono es un latiguillo que vemos hasta en las botellas de licor pero que es a su vez un latigazo que abre las carnes y penetra  hasta lo más profundo hiriendo y socavando todas nuestras convicciones.

Lo dicho viene al caso de la teoría de las catexis de Deleuze y Guattari. Estos dos benefactores han dejado escrito en el Anti-Edipo una teoría del deseo que es de las más sólidas y certeras, tanto como que es capaz de dejar desnudo al ser humano, de proyectarlo como Darwin sobre el espacio arborícola, de decirnos sencillamente aquello que quizás no estamos dispuestos a oir. 

Tres son las posiciones del deseo, ni más ni menos. Las catexis son molar, molecular y de fuga. La catexis molar se invierte en lo Uno: mi Patria, mi Equipo, mi Dios. Desde el misticismo hasta el fascismo todo queda perfectamente explicado bajo esta descripción de Deleuze y Guattari. Hay un mapa o una cartografía del deseo que no coincide con la del cuerpo ni con la del Mercado, que es puro análisis del inconsciente o de la psique. Deseamos formar parte de un todo que nos resuma y nos de sentido y nos vivifique: la gran Aufhebung, el Estado, el Paraíso, la búsqueda de un Padre. La catexis molecular se aplica sin embargo sobre lo concreto, sobre lo pequeño, sobre cadenas de sentido que se presentan como aficiones, como secuelas, como retazos. No es este el lugar del deseo del opositor, del antisistema, pues estos las más de las veces requieren de un Modelo en el que integrarse frente a lo existente. Más bien estaría del lado de aquellas personas que disfrutan con un trabajo bien hecho, que cargan su identidad y su realimento en ese campo de la praxis; incluimos escritores que trabajan su obra en ese afán.

Catexis de línea de fuga: los niños salen de la escuela en polvorosa. Hay demasiada frustración en las dos posiciones anteriores, desdicha y vanidad. Ahora el deseo es libre, el yo se diluye en el horizonte. Es sin duda la aisthesis del yo sensible que en un horizonte, en un paisaje, en una línea melódica musical se deja vencer por lo infinito, por lo inaudible, por lo insólito, por lo imposible, por lo sublime.

No puede el mono decepcionar al hombre, una catexis de deseo molar lucha y puede matar por defender a una manada, una catexis de deseo molecular lucha y odia por realizar y realzar su yo molecular.

La belleza, la libertad también deben defenderse con uñas y dientes. Para justamente así conseguir más caminos para escapar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario