Deleuze y Guattari creen que la literatura es un instrumento para huir de los códigos del poder que regulan como se debe hablar, ahí está la poesía de Artaud, Beckett, etc., el modelo de constantes gramaticales que hay que respetar y en cuanto al contenido las líneas duras y molares que cortan y clasifican en hombre o mujer, niño o adulto, homosexual o heterosexual, obrero o burgués, etc. Cartografiar la literatura es el método del esquizoanálisis: cartografiar los muros que nos encierran, y las líneas de fuga que supieron trazar a través de la escritura, fuga que no es evasión sino creación de otros códigos y otros territorios, de otros mundos. Crear otros mundos que no sean de evasión sino para una mejor condición de vida. Los obstáculos que se encuentra el esquizoanálisis para acometer su tarea son no sólo la necesidad de particularizar estos tres tipos de líneas que se enmarañan y confunden entre sí al cortarse, entrecruzarse y bloquearse sobre el plano inmanente que conforma una vida, sino sobre todo la diversidad múltiple de cada tipo de líneas: la línea de fuga de los niños que salen corriendo de la escuela no es la misma que la de los manifestantes perseguidos por la policía, o que la de un preso que se evade (Deleuze, Guattari, 1988: 206). Este diseño teórico de modelo del esquizoanálisis ha sido cabalmente llevado a la práctica por sus creadores en varios textos: destacan el sorprendente estudio sobre la figura de Kafka.
En Kafka pour
une littérature mineure, homenaje esquizoanalítico a la figura del autor
checo, Deleuze y Guattari consideran las cartas de amor de Kafka a Margarita
como líneas de fuga que hacen huir el contrato conyugal. Kafka opone el
"pacte diabolique" (Deleuze, Guattari, 1975: 53) de la escritura
epistolar a la escritura jurídica del contrato conyugal. Kafka no es Goethe y Margarita ya no es el
destino sino la destinataria de un amor que no es sino epistolar, literatura
como máquina de amor que hace huir la conyugalidad.
En las novelas largas, roman, la búsqueda de las líneas de fuga ya no remite sólamente a
la necesidad de huida de la pareja conyugal o de la familia, ahora la
burocracia, la justicia, el poder político y económico se manifiestan como
líneas de segmentación duras que la máquina literaria ha de fragmentar,
desmontar, romper en mil líneas de fuga. En América,
la línea de fuga del extranjero se traza atravesando una serie de jóvenes que
son las catalizadoras de una progresión de la libertad: la hermana que, aún
perteneciendo a la unidad familiar, hace huir la máquina familiar —deseo de la
hermana que no se confunde con una edipización, sino con una progresión de
libertad de movimientos—, las criadas que hacen huir la norma social de
enunciación en beneficio de la libertad de la palabra, y por último las
prostitutas, libertad de deseo que hace huir la ley social. La liberación de la condena de la deuda
familiar, tanto como la libertad del lenguaje y del deseo, se realizan a través
de esta línea de fuga que, sin detenerse ni bloquearse en las hermanas, las
criadas o las prostitutas, el extranjero va trazando.
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Kafka en sus novelas últimas, El Proceso, El Castillo,
y La muralla china, anticipa a juicio
de Deleuze y Guattari: les puissances diaboliques qui frappent à la porte,
fascisme, stalinisme, américanisme (Deleuze, Guattari, 1975: 74), y definen su
máquina literaria menos como un espejo que como "un reloj que
adelanta", un reloj que anticipa una época que se avecina. Frente a las
poderosas fuerzas que golpean a la puerta Kafka se exige el diseño de una
máquina desconocida y perfecta: La máquina K. que produce la expresión de un
lenguaje sobrio, de un lenguaje casi extranjero, de un alemán dentro del
alemán, capaz de arrastrar el campo de los contenidos hacia una proliferación
de situaciones y hacia una exageración absurda. A través de esta máquina de
expresión y de contenidos no sólo hace evidente el absurdo desatino de la ley,
sino que desmonta y desactiva cuidadosamente todas las piezas de los aparatos
del poder, que como bombas de relojería, están dispuestas a estallar en
complicidad con el fascismo, el estalinismo, y el imperialismo norteamericano.
Kafka crea así una máquina literaria de advertencia y destrucción de los
fundamentos sobre los que se alzan los dispositivos del poder: Produce los
mecanismos de expresión que descodifican los códigos que fijan el deseo a la
ley, y arrastra hasta la deformación los contenidos para mostrar el esperpento de
los aparatos políticos que gobiernan a los hombres. La escritura de Kafka, de
Fitzgerald, de Miller, se manifiesta así como la creación de nuevos territorios
o dispositivos para la vida social del hombre, puesto que la línea de fuga que
trazan las máquinas literarias no es una huida meramente personal, sino
violentamente social y política. La tesis de Deleuze de la máquina literaria,
de la literatura que el esquizoanálisis afronta en su labor cartográfica, está
presidida por la necesidad de que la creación estética sea una ética y una
política. Las líneas de fuga poseen ese horizonte al que tienden y que es su
único compromiso: alcanzar un nuevo territorio para el hombre, un nuevo código
para un nuevo territorio social y político para el hombre, incluso un
territorio molecular e imperceptible.
Gracias. Ahora entendí qué es una línea de fuga kafkiana...
ResponderEliminarGracias. Al fin logré delimitar bien las líneas de fuga para realizar mi monografía
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