RACIONALISMO
Racionalismo sin descartes.
Psicópatas en coordenadas con estrías.
Sueños de opio que producen monstruos.
Prometeo que robó el fuego no se llevó la gasolina,
así que las vestales están encadenadas, y con ellas el resto
de nuestros recursos.
Las mañanas de Estocolmo te reportaron sus heladas sombras.
La reina Cristina bebe absolut
con naranja sobre tu cadáver. Y entre las coordenadas se trazan las parábolas
de la disección que el bisturí practica. Sobre la mesa el male de las Brancas y
Paso de Calais ayudan a mostrar a los alumnos intrigados los tendones del brazo del hombre de Vitrubio.
Otros bocetos para otros hijos de San Luis.
El príncipe Sforza solicita más ayuda en vano mientras los
turcos se acercan hacia Malta.
GIN FERRER
Y si se empana de una galega
deja a Rosalía de Castro recitando en
la santa compaña sus versos.
Y a Cunqueiro
haciendo rimas con farewell.
AMARILLO SUBMARINE
Es amarillo el suicidio,
y la piel de los prostáticos,
y también la bilis del hígado,
y la hepatitis,
y la mierda real,
y los marines en descomposición a plena luz en Mogadiscio,
y el aire caliente de las tardes de verano cubierto de
moscas,
y las calles de los pueblos de carretera donde en los clubs
se da sólo la lluvia de Zeus en los lavabos,
el cloroformo de la pietá
y toda Roma vaticana desde los balcones de pinzio,
y el último libro de Romeo y para siempre la tez de Julieta
envuelta en gasa desoxigenada,
y la flor del narciso que en vena tomaron los corazones
solitarios,
cielo de vainilla para las noches de limón con el que cortaban
el polvo blanco de los idiotas.
Y la pietá de Miguel Ángel,
Y la camiseta vaticana gialla como la calva de Ratzinger.
"Félix, il y a aussi l ´oiseau"
Y era también el pájaro,
Además del simulacro
puesto en el abismo de tu repetición.
Y era también Guattari otro confeso con el que escribir otro
póstumo libraco para los restos.
Y eran los afectos de los perceptos, y los perceptos de los
afectos,
Y era la reescritura, el ya no estar a la altura, decías
mientras rompías los cuadernos,
Y luego vino Badiou y el siglo que ya no será sino japonés…
Y aún te mueves en tu tumba porque sigues cayendo en el
abismo,
Porque el tiempo parís sigue en su línea recta implacable,
Y en la tumba ya no te quedan más gauloises que fumarte
perro empedernido
porque debajo de los adoquines no había playa, ni deseo,
sino un agujero aún más profundo y negro que tus pulmones.
Y en ese devenir molecular, imperceptible e infinito ya
nadie ni nada te acompaña en tu línea de fuga que ninguna geometría puede
trazar,
ni representarse
salvo como el afecto que se hace más intenso,
el afecto de la percepción de la landa mayo de 1968, de la nieve cualquier invierno tullerías,
barricadas de algas, corazones de estrellas, fuegos de dunas
desiertas,
y la percepción del afecto que gravemente permanece como la
sonrisa del gato de Alicia por siempre,
como tu nombre escrito sobre la arena,
como tu nombre escrito por las hojas sobre el cielo de
Limousin.
DIOS MUEVE FISCHER
Dios jugó al ajedrez en
la sexta de la serie de Reikiavik
bajo la figura de un alfil rubio de americana blanca,
afuera comúnmente el frío era helador,
aunque en los pubs se bebía absolut con hielo,
entonces bobby tocó
el peón del caballo abriendo la flecha ardiente hacia el corazón del gambito de
Capablanca,
defensa invencible hasta aquel día en la sexta confrontación
de la final de Reykiavik en la que Dios jugó de americano contra la muerte del
séptimo de Bergmann.
Afuera era el 72 en plena guerra fría,
aunque se bebía vodka sueco con naranja helada,
y la crisis de bahía cochinos aún echaba humo en los
teletipos,
Marilyn llamaba desesperadamente
como Rick a la
Bergmann en el corazón de Casablanca,
en la sexta de Reikiavik el americano jugó la apertura de
dama,
y en el colmo, cuando sonaban las trompetas de los ángeles,
el capitán Renault recogía sus ganancias.
Estos poemas fueron compuestos en una sola tarde, allá en la primavera de 2009 (quizás), en la que decidí presentarme a un premio de poesía, y caí en la cuenta que no tenía ningún poema que presentar. En los años ochenta había escrito en mi juventud y publicado en revistas locales (que se distribuían e intentaban vender en barras de bares)y realizado recitales poéticos. Pero toda esa obra sumaban unos pocos poemas que me parecían de otro siglo (sic transit) así que aquella tarde escribí estos poemas y alguno más con devoción taylorista. Deseché la idea al día siguiente cuando tomé conciencia de que en aquel premio de poesía el jurado lo componían varios maestros míos a los que iba a poner en un compromiso ( y con los que además debería repartir el premio).
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