La teoría es una actividad que no se puede separar de su origen griego. J.L.Pardo ha explicado muy bien en su ensayo la regla de juego el fundamento mismo del mirar del pensamiento, es decir, de la teoría, ya sea política, ética o literaria, y su dificultad de
hacerla y de hacerla útil, de enseñarla y de aprenderla. Este tema no es nuevo pues data ya de la Antigua Grecia al igual que la
ciudad, la polis, que es la otra característica definitoria de Occidente. Precisamente Aristóteles diferenciaba Poiesis, Praxis y Teoría que se refieren
a las tres formas de actividad esenciales para los griegos: la vida
técnica centrada en la producción; la vida práctica, centrada en la ética
y la política, y la vida teórica o contemplativa que supone la reflexión
sobre los otros dos tipos de vida.
Hay que recordar en
primer lugar, que Poiesis que en nuestra lengua ha dado poesía en su origen
significa creación en general. La vida poética es, pues, la productiva, la
centrada en la fabricación de objetos externos al propio productor. Por su
parte la praxis, la práctica, es una actividad cuyos efectos recaen o se
predican sobre la persona del que lleva a cabo dicha acción; sus dos formas
esenciales son la ética y la política: el arte de desarrollarse y mejorarse
a sí mismo mediante el cuidado de sí y el arte de gobernarse los hombres a
sí mismos en la sociedad. Poniendo un ejemplo: Creación o fabricación poesis se
da cuando alguien crea algo, un mecanismo circular que gira con las manos,
manivelas, o con los pies, pedales, o también unos versos y la praxis por otro
lado sería toda la política de cómo y por donde circular, competición, medidas
de seguridad, qué rango tiene el que lo practica, qué se permite en la
preparación, qué es el dopaje, o también qué es arte, qué no alcanza o cumple
eso, géneros, ediciones, etc.
Por último, además de la
poiesis y la praxis estaría la teoría, etimológicamente la mirada, que
relaciona a los otros dos. Así decimos este pedalear es de un ganador de tour,
o también este manuscrito va a ser un superventas o un best seller. Es decir
que su estatuto es propiamente casi el de no ser, es un fantasma que sólo une,
es sólo nexo que une o separa. Pardo siguiendo a Aristóteles señala que si la poiesis recae sobre el sujeto y su esencia,
y la praxis es predicado, la teoría
une y consolida a ambas en el juicio, S es P., o X es igual a Y en función de
tal o tal variable.
La teoría une dos
elementos, creación o acción productiva que es como un juego, y dos la praxis o
política que es como las reglas o conjunto de reglas de ese juego. Este esquema
triple de los griegos se explica mejor para Pardo siguiendo la metáfora
witgensteiniana que interpreta la teoría o la filosofía, lo que viene a ser lo
mismo, como el cuaderno de un antropólogo que analiza las prácticas (juegos)
de los nativos, y explicita sus reglas que son implícitas para los actores.
Efectivamente vemos al
explorador haciendo preguntas a los nativos y estos contestando con naturalidad
y al primero tomando notas. Si bien es cierto que no será fácil que se
reconozcan los nativos en el cuaderno ni al lector del cuaderno a los nativos
si los llega a conocer, estamos de acuerdo con que todo aspecto o esfera de la
vida se puede comprender como un juego que va a comportar su regla y viceversa.
La teoría se describe como esta tarea del explorador de desentrañar no sólo las
pautas estructurales sino las reglas que trabajan por debajo. Pero no pensemos
sólo en las sociedades antiguas o primitivas también en las nuestras, las
modernas, jugamos dentro de unas reglas, y analizamos las jugadas y sus
resultados dentro de ese marco.
El juego 1 es el que
practican los nativos sin saberlo; el etnólogo practica un juego 2 que refleja
el juego 1 y hace explícitas las reglas del juego uno que estaban implícitas.
De modo que para
alcanzar la primera fase de nuestro viaje con Pardo podemos deducir con él que
hacer teoría es preguntar ¿cómo se juega a este juego? ¿Qué reglas del juego
rigen los juegos literarios por ejemplo o deportivos? Y así la teoría sería
como el explorador que se pregunta a que juega el autor y con qué reglas, qué
respeta, qué deja fuera, que potencia, que tiene prohibido, y buscando las
reglas del juego estaremos nombrando el hecho mismo o juego mismo literario.
Pero cuidado, desde
Aristóteles vemos que la teoría no es sino la flecha que enlaza o relaciona los
dos puntos, y si hacemos teoría sobre la teoría es simplemente para
dimensionarla en el todo. Pues si el juego 1 es la producción y el juego 2 las
reglas de la polis, la teoría no es un juego 3 que se añadiría a los
anteriores, sino que es la relación entre el juego 1 y el juego 2, o lo que es
lo mismo, entre el sujeto poético y el predicado o atributo de la praxis.
Diríamos enfáticamente que la teoría es el lugar donde los atributos encuentran
un sujeto o una acción que los hace presentes, actuales, reales, carne, se
encarnan, así el atributo campeón del tour, o el atributo best seller, se hace
carne o sujeto, y que también es el lugar donde a un sujeto se le atribuye algo,
deja de ser desconocido, mudo, se objetiva, se torna social, comunicable,
incluso con sentido, con un sentido, como dirían los franceses se produce el
acontecimiento, como por ejemplo cuando tal libro es merecedor de recibir un
premio literario o un corredor de ganar una carrera. Es pues una relación,
Contador es un gran corredor de tour, Cervantes es un escritor moderno, es un
pliegue, una bisagra, una puerta como diría Lacan, pero no por tanto un metalenguaje o un código. La teoría no es un
juego tres que habla solamente del juego dos, un discurso que compara o compila
prácticas, como tampoco un discurso tres que habla del uno del que aisladamente
sólo puede señalar obviedades o majaderías sobre la biografía, carácter,
personalidad o look del sujeto. Y menos un discurso sobre otro discurso. Un
discurso cuatro sobre el tres etc.
No basta con el trabajo
como el que realizaría por ejemplo un sociólogo señalando las reglas del arte
que regulan el gusto en los campos artísticos desde una sociología histórica muy
precisa y positivista, pues reduce a la teoría o a la filosofía al juego dos, se
nos puede señalar la recepción política de una obra, del papel que se
otorga al creador en la sociedad como vanguardia o tradición, pero
sencillamente para Pardo no se hace teoría literaria, ese metajuego que analiza
y compara los juegos dos históricos será un estudio comparado de la praxis, una
descripción de modelos prácticos o pragmáticos, que resulta interesante, pero
es otra cosa. Crear un juego tres sobre el dos cortocircuitándolo del juego
creador uno, conlleva además una pérdida muy precisa desde el punto de vista
del alma de lo qué se está analizando porque toda creación tiene su otro polo,
la producción artística está en los dos lados, ya en el lado del juego dos, pero
sobre todo es un puro juego uno en lo privado, como se ve especialmente en los
grandes genios creadores. En ellos, en los grandes, se hace especialmente
visible el trabajo o la alegría de crear la forma expresiva, hay esa lucha casi
brutal con los materiales sonoros y pictóricos para extraer una forma propia de
representación. Pero también por el contrario hipertrofiar un discurso sobre el
juego uno sin tener en cuenta el dos reduce la obra del artista a una crítica
manierista y formal de manías y brochazos, insignificantes para la polis.
Claro este papel de la
teoría de decir lo que son las cosas señalando una cualidad de la praxis del
juego, no se confunde con la compilación o el archivo de juegos y jugadas que
sería lo propio de la ciencia o de la universidad, cuya misión es conservar el
saber, sino el de simplemente cualificar cada jugada según unas reglas, valorando
los objetivos de las acciones, así diremos que los caligramas de Apollinaire
son escritura visual de vanguardia, o este manuscrito es un best seller para
estas navidades, no es un juego otro, un juego tres, sino que es la visión que
se captura explorando las reglas del juego, y situando las jugadas de los
jugadores dentro de la historia de las partidas. Porque claro, ya Derrida en
lécriture et difference lo advierte, las estructuras no son inmóviles, cambian
y por tanto las reglas de juego van cambiando también y cada acción se puede
leer dentro de una dinámica de acción, reacción, revolución, tendencia, moda,
pasado. Por ello he dicho que la teoría es simplemente esta mirada que
relaciona.
Simplemente casi nada.
De repente surge la visión y decimos ¡anda si esto era así!, ahora caigo, ahora
entiendo, pero esto sólo ocurre muy de vez en cuando: cuantas conversaciones,
páginas, meditaciones en vacío, son a estos efectos nada, accidentales, y qué
pocas nos son o han sido esenciales. Y cuántos críticos nunca escapan de
reduplicar lo artificial, de crear otros juegos que doblan los anteriores con
mucho sudor y empeño. Pues no se puede ser teórico o filósofo por el mero hecho
de querer serlo. Es casi siempre por la dificultad de la tarea de la crítica
que la hace casi imposible que se acaba como predicando cosas sobre el vacío o
haciendo profecías infames sobre los sujetos, en lugar de juntar unos a otros
por sus lindes naturales en los contextos pragmáticos.
Es un saber difícil, dificilísimo, asegura Pardo, pero no
imposible. Cierta decepción surge desde Aristóteles pues habíamos creído
encontrarnos con unos conceptos tan bien armados, como Atenea al nacer, con un
logos potente, y nos encontramos como el náufrago Ulises en medio del mar en
oleaje pensando como escapar de tantos peligros y cómo clarificar las apuestas,
pues en rigor preguntarnos por las reglas supone también discernir como un cirujano
sobre la piel la bisagra que articula la diferencia entre el sujeto y el
predicado con dos juegos que tenemos que engrasar y conectar por sus múltiples
ramificaciones: la ciudad de la comunidad primitiva, la cultura de la
naturaleza, pero también el deseo de sus límites y sus tabúes, el habla
primordial del lenguaje, pero también entre la acción puntual y la Historia,
entre la creación espontánea y la cultura que la integra. Si todo fuera más
fácil sería tan fácil aprender y enseñar lo aprendido. Pero la teoría es la
comprensión de una diferencia, diferencia que a veces parece irreductible y
otras invisible, que es una diferencia que muestra una identidad que estaba
oculta, es una archidiferencia o una differance, si se me permite citar de
nuevo a Derrida. Y esto es muy difícil de explicar o de enseñar.
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