YO ES UN OTRO




"Procuré inventar nuevas flores, nuevos astros, nuevas carnes, nuevas lenguas. Creí adquirir poderes sobrenaturales…Ahora debo enterrar mi imaginación y mis recuerdos. Una bella gloria de artista y de narrador me ha sido arrebatada. Me han devuelto a la tierra. ¡A mí! A mí, que me soñé mago o ángel…"


Angel caído, un niño que obtuvo todos los premios de redacción y de escritura en el colegio, un joven que tres años después de que Dostoyevski escribiera las memorias del subsuelo, con la misma furia contra el mundo escribe su temporada en el infierno, quizás también con la misma desesperación, y a la par que Nietzsche escribía sobre la decadencia de los ídolos. Rimbaud es un caso único en la literatura pues concurren en él su precocidad y su modernidad, su abandono total de la poesía, rebelándose en cierta forma contra el campo poderoso y autónomo de la escritura que estaba tomando forma en el París de fin de siglo, junto con su rechazo total a toda la tradición cultural anterior. No debemos dejar fuera el hecho de que Rimbaud es posterior a Baudelaire, y que este ya es una leyenda cuando Rimbaud comienza a escribir, que Baudelaire ha forjado una figura ejemplar, de hombre esteta, de hombre crítico y bohemio, y para la Litterature francaise es todo un mito pero Rimbaud le acusa de amanerado, de estar siempre persiguiendo "la forma elegante". Rimbaud no estará cómodo en este campo literario, y si Baudelaire ama el exceso en el fondo de su vida decadente y escandalosa, y encuentra una forma elegante de mostrar ese lado oculto, las flores del mal, Rimbaud lo va a seguir también, lo va a superar, lo va a radicalizar, al modo que el barroco exagera las formas renacidas, al modo en que el manierismo retuerce el cuello del cisne para acabar con la belleza cuidada, Senté a la belleza en mis rodillas y la encontré injuriosa o infame, Rimbaud exagera y radicaliza las formas expresivas del lenguaje, hasta el punto casi del no retorno, hasta ser el primer poeta de la vanguardia, el poema en verso libre, sin rima ni medida, el flujo caótico de la consciencia que elevará a la máxima potencia el Ulises de Joyce, tan presente en une saison en el infierno, y por supuesto también en los contenidos, en la ira que recuerda a Celine, si no fuera porque Rimbaud se considera nómada, negro, minoría, molecular, y aborrece la grandeur de la Francia blanca, y de su cultura, y abandona también el campo literario de Baudelaire primero en sus borracheras, de haschish o absenta, en sus salidas de tono patéticas, en sus pasiones desmedidas y delirantes, por último y más tajantemente con sus viajes, su huida, su silencio, su abandono de la creación poética, de la escritura y de la literatura. No logra cambiar la vida como quería cuando es joven aunque él sí que logra cambiar su vida pero lo mejor es que crea un arma cargada de futuro.


La inspiración poética entraña el desdoblamiento del yo: Yo es un otro. Rimbaud expresa con esta formula el extrañamiento que siente el poeta cuando descubre lo que sale de su pluma, esto que canta en él, aquello que sujeta su arco. La carta del 15 mayo aborda este tema : "Cela m'est évident : j'assiste à l'éclosion de ma pensée : je la regarde, je l'écoute: je lance un coup d'archet (golpe de arco): la symphonie fait son (movimiento) remuement dans les profondeurs, ou vient d'un bond (rebote) sur la scène." Rimbaud escribe sobre su experiencia personal de la creación, y se pregunta de qué rincón de su alma han surgido estos poemas que son estas cosas "choses étranges, insondables, repoussantes, délicieuses", esta violencia, este disfrute. Être poète, dice Rimbaud, c'est être capable de regarder en face sa "pensée" (frente a frente, a la cara de su pensamiento, de profundizar en el y escuchar sus profundidades, de trabajar con las palabras, "C'est faux de dire: Je pense: on devrait dire: On me pense. - Pardon du jeu de mots. -" (lettre du 13 mai) : se encuentra aquí de nuevo la misma idea con un matiz complementario. Este Otro que habla a través de mí no es solamente mi yo profundo, mi inconsciente, traduce la presencia en mí de algo objetivo, del no yo, es decir de la realidad toda entera ajena, la lengua del estructuralismo, o bien según un aristotélico hablaría de la humanidad con su historia, sus aspiraciones, sus mitos, creencias, culturas, su imaginario colectivo. Esto que llama en la carta del 15 mayo "l'âme universelle" o la "intelligence universelle" y que el traduce en aquella del 13 Mayo por el indefinido "on" (impersonal se) y por la permuta sujeto/objeto en la fórmula del cogito ("je pense" / "on me pense"). Esto es ni más ni menos lo que arrastra el pensamiento del poeta cuando está cercano y librado a la inspiración. La inteligencia universal puede ser también lo que está fuera de la representación personal, lo que excede mi vida personal, pero no en beneficio de lo que llamaríamos historia o lengua sino más fieles a Rimbaud inteligencia universal, el entendimiento agente. He aquí que el debe trazar un camino nuevo y jugar su rol de guía "chargé de l'humanité" (lettre du 15 mai). La cita completa es esta: 171. Definitivamente el poeta es un verdadero ladrón de fuego. Alguien capaz de robar a los dioses la verdad, de traer una llama, una luz, una esencia, el hombre arrastra el protagonismo de la humanidad, de los animales también
Se trata de dar forma a lo que no la tiene, de dar forma a lo nuevo, de encontrar una forma de expresión de aquello que está más allá. La poesía cósmica según Deleuze, que no habla del caos, ni del territorio, sino del cosmos, que no persigue lo infinito e ilimitado del caos, ni lo finito y limitado del ritornelo territorial, sino que afronta lo nuevo, el cosmos, lo finito aunque ilimitado del mundo.




Deleuze repetirá esta frase que le ha calado hondo: chargé de l´humanité. El hombre que se echa a la espalda a la humanidad, incluso a los animales, dice Rimbaud, una nueva arca de Noé? Para una vida superior y por tanto una vida que ya no es humana. El hombre moderno, que compara con el superhombre de Nietzsche, aunque lo hace en el trabajo sobre Foucault una vez muerto éste, en el que intenta trazar el esquema o el diagrama de lo que fue Foucault, sus lugares de reposo, sus movimientos, sus búsquedas, y donde no podían faltar las referencias al concepto de hombre como algo que debe ser superado: allí digo en Teatrum Filosoficum, dice Deleuze que el tiempo nuevo del hombre que no es sino aquel que domina el tiempo nuevo, aquel que escapa del cronos cerrado y ordenado en el que todo vuelve medido, en beneficio del tiempo del eterno retorno como límite desde el que nace y surge lo futuro, primer motor al que todo tiende para luego volver a comenzar, este tiempo nuevo el hombre cargado sobre sus espaldas toda la humanidad, y los animales y todas las cosas, como en una nueva arca esta vez celeste y alegre, en conexión con las fuerzas del silicio, con el conocimiento de la biología y la computación, afrontará lo finito ilimitado, el laberinto, no para surgir de él en vano como la modernidad, sino para hacerlo, para redoblarlo, el laberinto como imagen de lo que no es ni infinito ni ilimitado, como creían los barrocos, ni finito ni limitado, como creían los románticos, sino finito pero ilimitado. Y esto tan abstracto es lo que se manifiesta en Rimbaud y sus juegos con el lenguaje, con el delirio de unos signos de un código finito pero ilimitado, el poema de las vocales, lo ilimitado. Todo el juego del lenguaje. La alegría del hombre moderno consiste en ver que existe este tercer momento para afirmar la diferencia en la repetición, ya no la repetición de lo mismo en el primer momento de lo infinito ilimitado, ya no la fractura de las series del romanticismo agónico, todo es finito, todo es limitado. La potencia del laberinto, un espacio finito pero ilimitado, así también la poesía se abre a nuevas formas de expresión, un código finito pero con ilimitada capacidad de combinación libre.


El fin de la poesía es el de alcanzar lo desconocido. Se reconoce aquí una fórmula de Baudelaire : "Plonger au fond du gouffre, Enfer ou Ciel, / qu'importe ? Au fond de l'Inconnu pour trouver du nouveau ! ..." (últimos versos du Voyage). Rimbaud traduce esta idea con diversas metáforas. La carta de 15 Mayo recuerda el mito de Prometeo : "Le poète est vraiment voleur de feu". Las dos cartas del 13 y del 15 mayo definen el poeta como un "voyant". El poeta debe tener la vista prodigiosa y finísima para ver esto que el hombre ordinario o normal no ve: le poète doit "être voyant, se faire voyant". Esta noción de "voyant" que proviene del discurso religioso, y atraviesa el romanticismo (fundamentalmente el romanticismo alemán), no es verdaderamente explicada por Rimbaud. El uso que él hace es ambiguo. Recoge la idea romántica de los poderes mágicos del poeta (ese sería todavía el caso de la Alquimia del verbo en 1873 - y en varios textos de las Illuminations). De cualquier modo el no da a esta noción un contenido místico o religioso: la videncia no consiste para el poeta en entrar en comunicación con el más allá, ni deja entrever una puerta hacia la trascendencia.






Sobre Rimbaud:
"El hombre de suelas de viento. Es inútil perseguirlo. Tal es su velocidad que nadie lo alcanzará jamás. Ni yo lo pude alcanzar mediante el crimen" Paul Verlaine.
"Escribir no fue jamás para Rimbaud otra cosa que un medio; un medio para desembarazarse de su alma, de proyectar fuera de sí el mal maravilloso que lo aquejaba" Emile Cioran.





BUSCAD A H.
Ese niño sideral de ojos azules, que en cuclillas soltaba un barquito de papel, creció soñando un barco ebrio en mares de absenta y haschisch,
más bello que todo crepúsculo en los mares del sur.
Ese hombre vivió cegado en las playas de Abisinia, enamorado de las hetairas de Alejandría.
Pero fue una sombra de eternidad en los corazones de las muchachas que perlaban rosas sus mamas carmesíes, cuando el mar se fue con el sol de la mano hacia el horizonte.

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